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La ansiedad en los niños
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Lamentablemente los niños son las víctimas que más sufren por la ansiedad y sus consecuencias, sobre todo porque a su temprana edad no pueden identificar que aquello perturbador que sienten es sólo ansiedad, y así confundidos, generalmente tratan por ellos mismos de resolver su situación, confundiéndose más y confundiendo a padres, familiares y amigos.

Un niño que ya siente molestias por la ansiedad que padece, intentará comprender que es lo que está pasando con él. Buscará tranquilizarse con todos aquellos recursos que tenga a la mano y conforme su ansiedad va creciendo, llegará el momento que intente solicitar la ayuda de sus padres o familiares, pero a través de comportamientos inadecuados que los adultos no comprenderán. Desde miedos irracionales, hasta la rebeldía manifiesta, son en realidad solicitudes de ayuda que los adultos por regla general no comprenden y complican al hacer con los niños lo menos indicado.

Algunas consecuencias de la ansiedad en los niños se pueden identificar fácilmente, cómo no quererse alejar del hogar, baja atención en la escuela, relaciones interpersonales deficientes y dificultad para adaptarse a su entorno familiar y social.

Lo terrible de esta situación es que, por un lado, los niños son incapaces de manifestar comprensiblemente que es lo que están sintiendo y por otro lado, sus padres o los adultos a los que tengan acceso confunden este problema con rebeldía, flojera, falta de iniciativa, falta de confianza, incluso enfermedad. Piensan que todo se debe a la edad del niño o que está celoso o porque es un niño hiperactivo o introvertido y en el peor de los casos, cuando el niño es llevado a un especialista para diagnosticarle una enfermedad que en realidad no tiene.

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Los niños con ansiedad viven confundidos porque no saben reconocer que están sintiendo

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Un niño generalmente tiene problemas de ansiedad, cuando:

  1. En él hay indicadores que algo anormal está pasando.

  2. Presenta síntomas físicos cómo boca seca, respiración acelerada, necesidad de ir al baño con frecuencia, sudores, temblores, dolores de cabeza, dolores de estómago, náusea, vómito o fiebre.

  3. Tiene pensamientos confusos, cómo deseos de huir, pérdida de memoria, pesadillas o terrores nocturnos; comete errores que en otro momento serían impensables o tiene pensamientos negativos manifestándolos cómo no quiero o no puedo.

  4. Tiene problemas de aprendizaje en la clase ya que se mantiene disperso, hiperactivo o todo lo contrario, introvertido y solitario.

  5. Se siente inseguro ante situaciones específicas, cómo a determinadas clases o profesores, a los niños de mayor edad a la de él, a las llamadas de atención, a participar en la clase, a hablar en público, entre una lista de factores que aumenten su ansiedad.

  6. Se resiste a iniciar cualquier actividad nueva o muestra rechazo al cambio.

  7. Es un excelente estudiante o todo lo contrario, pero no es realmente conciente de esto.

Ante las situaciones anteriores, por lo general los niños desarrollan actitudes negativas que los llevan a:

  1. La confusión emocional, ya que un niño cree que lo que siente y lo que le pasa es causado por los demás, o todo lo contrario, llega a creer que es él quien está haciendo algo malo para sentirse así.

  2. La evasión del compromiso, cómo las tareas, los exámenes escolares, los deberes domésticos, la higiene personal, cualquiera de estos eventos los evita con la manifestación de síntomas físicos cómo dolor de cabeza o vómito. A tal grado llega su necesidad de evadir el compromiso que manifiesta alguna enfermedad para no ir a la escuela, por ejemplo, pero en la tarde se alivia de repente.

  3. Dispersión mental, su necesidad de resolver es tan grave que tratan de tranquilizarse, por lo que reúnen una gran cantidad de situaciones mentales que les permiten tranquilizarse acostumbrándose a vivir en su mente jugando futbol, con consolas de video juegos, ver el televisor o navegan en la Internet.

  4. Obsesión, ya que cuando identifican una actitud o comportamiento que les permita dejar de sentir la ansiedad, recurren de inmediato a estos cada vez que la ansiedad hace presencia en ellos.

  5. La impotencia, debido a que por más que intentan comunicar a sus padres, familiares adultos o profesores que hay algo mal en ellos, no logran conseguir la ayuda que necesitan, por el contrario, generalmente la respuesta que reciben es agresiva o hasta violenta, que los sumerge todavía más en sus actitudes negativas.

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Analizando el punto de vista psicológico sobre la ansiedad en los niños, aún cuando no son muy específicos sobre las causas, afirman que los niños “disfrazan” la ansiedad que sufren cómo si fueran concientes de ello. Obviamente, nosotros quienes somos operadores para solucionar el problema, no estamos de acuerdo, ya que ellos por su corta edad, no cuentan con la experiencia o el conocimiento para saber que es lo que tienen y llegan a confundirse aun más cuando los adultos los tratan de ayudar, ignorando que sólo es ansiedad.

Trabajando con miles de niños, significativamente ninguno de ellos identificó a la ansiedad cómo la causa de su comportamiento, de hecho ninguno sabía que era lo que estaba pasando con ellos. Analizando sus respuestas, tampoco se encontraban con una actitud de negación, simplemente estaban confundidos porque no sabían que estaba pasando y querían saber por qué otros niños en apariencia no tenían el mismo problema.

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